Niño, me quedo de piedra
Viéndote lanzarle mierda
A to’s los que te molestan,
Pero sin ver pa’ la izquierda.
La mayor de las Antillas
Se le escapa a tu mirilla
Y no te me pongas listo
Hablando de lo “nuevo” del conflicto.
¡Chama, son más de sesenta años!
¡Desangrados en medio del engaño!
Aquí estamos, los que no pudimos irnos,
Los que ya no tienen sueños,
Los que lloramos cuando escuchamos el himno
Porque aprendimo’ a las malas
Que vivir en la patria es pa’ morirnos.
Asere, mientras el mundo lloraba por Mandela
Y los niños cubanos aprendían en la escuela lo que era el apartheid
Y clamábamos a gritos por él:
Mario Chanes de Armas se podría en una celda, ¡Planta’o!
Ni al velorio de su único hijo lo llevaron,
Si te paso este dato es porque este güey,
Estuvo en el Moncada, en el Granma y en prisión con Fidel,
Pero él no fue el único, chamaco,
Han sido miles los que comieron de ese mismo plato.
Aquí quedamos, los que no pudimos irnos,
Los que pensamos que el mal
no duraría cien años de soledad,
pero el tiempo es implacable y nos perdimos.
Ahora son nuestros hijos los que lloran
cuando le prestan atención al himno
porque ya saben que vivir en la patria
es una condena a vivir en cadenas.
El cuento del embargo, ya no cuela.
Mientras los dirigentes viven en sus mansiones
Y sus hijos se exhiben en yates, carros de lujo
Y viajando por el mundo e’ “vacaciones”,
La gente sobrevive a duras penas,
Gastando lo que no tienen
prendiendo velas pa’ pedirle a los Santos
Que se apiaden, que nos tiren un cabo
Y que el mundo nos vea.
Ver a Jara morir, claro que nos golpea,
Nadie debe morir por sus ideas,
Si tañen las campanas, todos pierden,
Pero entonces: ¡Payá y Harold!
¿Dónde están los redobles por sus muertes?
A las Damas de Blanco las arrastran
Y es que ver a mujeres armadas con sus flores
Es un brutal ataque contra el orden.
Y aquí seguimos, los que no pudimos irnos,
Los que no tenemos abuelos españoles,
Los que aprendimos que no es lo mismo
Leer de comunismo que vivirlo.
Los que sabemos de la falacia
De un sistema tan “impecable”
Si la batuta la lleva un hombre
Y en el hombre está el germen de todas las desgracias.
Tenemos la vergüenza de un Canciller
Que patalea por los límites en las remesas.
Y así, mientras las madres pierden sus hijos,
El gobierno se place insultando al exilio,
Tachándolos de apátridas y de gusanos,
De traidores, de apóstatas y anticubanos,
Pero luego reclaman por las divisas
Que generan los mismos insultados
Sudando y rompiéndose el lomo
Pa’ tirarle un cabo a sus familias.
Abuela me decía que los golpes enseñan
Más que to’a la sapiencia de mente ajena,
Pero hoy veo a Venezuela
Y a Nicaragua que se topó dos veces con la misma piedra.
No puedo yo evitar nuestra vergüenza,
Pero encima me duelen también sus penas
Por eso ahora te digo sin pelos en la lengua’
Por el bien de los chamas que te siguen a ciegas,
Otro consejo sabio que repetía mi abuela:
¡Mucho cuidado siempre con lo que deseas!
Ahora mismo, mientras todos corean tu nuevo himno,
Más de 800 hombres, mujeres y ¡hasta niños!
Están en las prisiones de este infierno moderno,
Conscientes de las farsas que serán sus juicios
Porque en este país la Justicia no es ciega,
Se largó en un avión, una balsa o una patera.
San Isidro dio voz a millones de gentes:
Con Luis Manuel Alcántara y Maykel en el frente,
Pero cuando un Estado es el dueño de todo,
La historia ha demostrado
Que esa es una batalla de león contra mono,
La ironía del cuento queda patente
Porque todos sabemos en estos lares
Que los sicarios tienen más miedo
Que to’s los cojonúos en nuestras cárceles.
Al final, del verdugo nadie se acuerda,
Los que quedan a fuego grabados en las mentes
Son los Hatuey, los Céspedes, los Maceo,
Y el Martí que estos zánganos han hundido en la mierda.
Yo no creo en los “ismos”, ni en los Partidos,
Creo en la gente, la que mira de frente,
La que no se esconde detrás de un uniforme,
La que no se disfraza de “civil” pa’ dar los tiros,
La que no se vende por una jaba,
La misma que te escucha y reza porque un día
Tu voz sirva de eco a sus agonías.
Y ya casi ni estamos, somos apenas sombras de lo que fuimos,
La perla del Caribe: la reina de lo exiguo.
Todavía gobernados por el fantasma de un Comandante
Que nacido en Oriente, se burló de su gente,
Llamándolos a todos “palestinos”.
¡Una isla con menos habitantes que el DF!
¡Y con regionalismo, el colmo del ridículo!
Pero es siempre lo mismo: Divide y vencerás,
Siempre prospera,
Una premisa anterior a nuestra era.
Aquí estamos, los que no pudimos irnos,
Los que ya no tienen sueños,
Los que lloramos cuando escuchamos el himno
Porque aprendimo’ a las malas
Que vivir en la patria es pa’ morirnos.
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