Pogromo Global

De inicio, parecían no tener explicación las imágenes de las atrocidades cometidas por Hamás el 7 de octubre pasado.

Las preguntas que surgieron, desde que esas imágenes empezaron a golpear nuestra humanidad, fueron:

¿Qué sentido podía tener tanta deshumanización, tanta sub animalidad, o tanto odio de patógenos ciegos y desatados? 

¿Qué ganancia podía obtener Hamás con la filmación y difusión, casi en tiempo real, del asesinato de niños, mujeres, jóvenes y adultos?

¿Cuáles podrían ser las ventajas de filmar y difundir las celebraciones de la población civil de Gaza ante el paseo de cadáveres y rehenes mostrados como trofeos de la cobardía y la barbarie?

¿Qué esperaban obtener esos patógenos ciegos y desatados colectando bebés, ancianos y adolescentes como rehenes?

Al principio, las respuestas más evidentes para esas monstruosidades fueron de índole táctica.

Querían provocar, pensamos, una respuesta rápida y visceral de los israelíes para hacerlos caer en las trampas de los túneles, las minas y los contraataques.

Buscaban cambiar rehenes por algunos de sus patógenos ciegos que esporulaban, como el ántrax, en las prisiones israelíes.

Se habían visto obligados, los pobres imbéciles de Hamás, a quemar el escaso caudal mediático con el que contaban para quedar bien con sus amos iraníes.

Esas respuestas son válidas en alguna medida; pero las verdaderas razones de esos horrores empezaron a mostrarse en cuanto los israelíes iniciaron sus operaciones de búsqueda y rescate de los rehenes.

A partir de ese momento llamó mucho la atención que Egipto se negó a abrir su frontera a la población civil de Gaza. Esa habría sido la solidaridad esperada de un país árabe para con una población que también lo es. A pesar de eso, los gazatíes se vieron obligados a permanecer en una zona de conflicto.

La otra sorpresa fue que las redes de túneles de Hamás eran mucho más extensas y sofisticadas que lo que nadie pudo imaginar y que dentro de ellas no estaban, también como cabría esperar, los civiles de Gaza. No estaban los niños, las mujeres y los ancianos. Estaban los terroristas.

Esas evidencias indicaron entonces que Hamás había decidido usar a millones gazatíes como escudos humanos. Por eso, en cuanto los israelíes iniciaron sus operaciones de búsqueda y rescate ocurrió el bombardeo de Hamas contra un hospital de Gaza, y el sucio intento de adjudicar ese error a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

A partir de ahí se inició, al unísono, con grades recursos, y con los mismos mensajes en todas partes, una campaña mediática internacional encaminada a convertir a Gaza en una entelequia llamada Palestina, y a presentar a Israel como culpable de un genocidio que solo estaba ocurriendo en las cobardes y estúpidas mentes de los antisemitas de siempre.

Los carteles ya estaban impresos, los permisos ya estaban pedidos, las multitudes ya estaban listas y todos, en un coro infernal, dieron rienda suelta a su odio contra los judíos.

Como tragados por esa gigantesca operación de propagada y medidas activas desapareció Hamás, desapareció Gaza, los rehenes desaparecieron y los gazatíes usados como escudos humanos dejaron de existir. La guerra entre Gaza e Israel, los bombardeos constantes desde Gaza hacia Israel, y las cobardes y sub animales celebraciones con dulces, antes y después del 7 de octubre, desaparecieron para convertirlo todo en el intento de salvación de una entelequia, a la que decidieron identificar como Palestina, de un genocidio inexistente bajo cualquier posible significado de esa palabra.

Fue tan fuerte y global esa campaña que de malas a primeras todos dejaron de hablar de Gaza para hablar de “Palestina”, una palabra que el imperio romano creó para hacer daño a los judíos, un nombre que el imperio católico usó para hacer daño a los judíos, un sustantivo que el imperio otomano quiso mantener para hacer daños a los judíos, un término que el imperio británico no quiso borrar para hacer daño a los judíos y un insulto que el imperio soviético revivió, junto con la OLP y Yasser Arafat, para hacer daño a los judíos. Palestina es hoy la entelequia que el imperialismo iraní en el medio oriente sigue utilizando para hacer daño a los judíos.  

Hay que aclarar, sin embargo, que esos imbéciles fundamentalistas musulmanes, esos que lazan 300 objetos voladores de largo alcance hacia Israel sin efecto alguno, jamás podrían haberse montado una operación mediática de semejante envergadura. Solo los Neo-Marxistas de hoy pueden montarse una operación de ese tipo. Solo ellos controlan los periódicos convertidos en vehículos de propaganda. Solo ellos controlan la radio, la televisión y también, por desgracia, una buena parte de las decisiones que los regímenes Neo-Marxista de este mundo —Hussein/Biden, Trudeau, Sánchez, etc.— están tomando en estos momentos.

Controlan, además, a millones de jóvenes americanos a los que llevan décadas adoctrinando en el odio a nuestra civilización y en el abrazo de cuanta causa pueda ayudar, por loca y asesina que sea, a destruir esa civilización.

La prueba de eso es que en cuanto empezó la campaña mediática de odio contra los judíos empezaron a crecer en las universidades americanas —como esporas felices en sus hospederos— las manifestaciones anti semíticas, las ocupaciones ilegales de las universidades y los llamados al control financiero, por parte de los “estudiantes”, de esas instituciones (divest). El objetivo es, claro está, lograr que esos altos centros de estudio dependan financieramente —aún más— de los capitales controlados por los empresarios Neo-Marxistas o por el fundamentalismo musulmán.

Durante décadas los estudiantes del mundo occidental, y sobre todo los de los Estados Unidos, han sido adoctrinados en una visión Neo-Marxista de la sociedad que ha buscado simplificar la vida social a categorías binarias, antagónica, e irreconciliables. Donde antes hubo clase obrera y lucha de obreros contra patronos ahora hay ricos contra pobres, mujeres contra hombres, negros contra blancos, inmigrantes contra ciudadanos, homosexuales contra heteros, trans contra cis, gordos contra flacos y supuestos colonizados contra supuestos colonizadores. No hay un área de la vida social que los Neo-Marxistas de hoy no puedan descomponer artificialmente en dos categorías antagónicas e irreconciliables.

Esa sub-cultura de polarizaciones a la carta y diferencias insalvables, que es esencialmente una sub-cultura de odio, permite azuzar con mucha facilidad a algunos estudiantes para que ataquen, como perros rabiosos, a esos objetivos que los Neo-Marxistas deciden que deben ser atacado. Esta vez les tocó a los judíos. Está vez los Neo-Marxistas de este mundo volvieron a gritar devastación y soltaron sus perros de la guerra contra los judíos.       

Como consecuencia de esa barbarie cada día nos llegan noticias de estudiantes judíos agredidos, de bloqueos del acceso de estudiantes judíos a las universidades y de padres judíos que sacan a sus hijos de esas universidades para evitar los ambientes antisemíticos. También nos llegan las noticias de los llamados constantes, de forma abierta o solapada, a la erradicación del pueblo judío y del Estado de Israel. Por primera vez desde el fin de la segunda guerra mundial los judíos vuelven a sentirse blanco de una campaña de odio basada en mentiras. Por primera vez están reviviendo la inseguridad que sintieron en la Alemania de Hitler o en la Rusia de Stalin.

Eso quiere decir que estamos viviendo el primer Pogromo Global de la historia. Una ola de estigmatización, odio y persecución de los judíos que por primera vez está ocurriendo de forma coordinada y a escala global. Una atrocidad que solo ha sido posible gracias a la simbiosis perfecta entre el odio antisemítico Neo-Marxista y el odio antisemítico musulmán.

Es importante recordar que todos los Pogromos de la historia siempre fueron cometidos bajo la falsa justificación de “salvar” a cierta población no judía. Si las cosechas habían sido malas y la gente se estaba muriendo de hambre, se usaban mentiras para culpar a los judíos y después, para salvar a los no judíos, se desataba el Pogromo. Así fue con epidemias, con crisis financieras, con desastres naturales y eventualmente, cuando ya el odio antisemítico se había convertido en un reflejo condicionado, con cualquier cosa.

Hoy están haciendo exactamente lo mismo, hoy mienten al hablar de “Palestina” y no de Gaza. Hoy mienten al denunciar un genocidio inexistente o al acusar a los judíos de ser colonizadores. Hoy mienten al olvidar a los rehenes y las atrocidades cometidas por Hamás.

Hoy, como antes, mienten, y mienten, y mienten, para desatar el primer Pogromo Global de la historia.

Por suerte para los judíos, y para todas las personas decentes de este mundo, hoy existe el Estado de Israel.

Am Yisrael Chai.

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El odio y las madrasas Neo-Marxistas estadounidenses

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El sucio negocio del victimismo

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Ignacio Agramonte y la Constitución de 1940

Excelente programa con el Dr. Faisel Iglesias sobre la Constitución de 1940 y su énfasis en los derechos del Estado y no en los derechos individuales.

Ya desde los tiempos de la antigua Roma se sabía que los gobiernos más corruptos son los que más legislan, y la Constitución de 1940 es un mamotreto que pretende legislar todo a favor de un Estado que es propuesto, entonces, como protector del Individuo.

Para los que, como yo, piensan que no hay Estado bueno ni tamarindo dulce la Constitución de 1940 es —sin enmiendas o modificaciones— un gran peligro para una Cuba futura.

Es importante recordar que la segunda mitad de los años 30s y la primera de los 40s, cuando redactaron esa Constitución, fue la época del máximo auge del Estatismo en el mundo. Desde Stalin hasta Franklin Delano Roosevelt, pasando por Mussolini, Hitler e Hirohito, el mundo estuvo dominado en aquellos años por la absurda creencia de que una casta de burócratas empoderados podía ser la solución de los problemas sociales, económicos y espirituales de las naciones.

Es importante recordar eso a la hora de juzgar a los cubanos que se encargaron de discutir y redactar la Constitución de 1940. Muchos de los paradigmas que ellos defendían todavía no habían sido desprestigiados por la dura y tozuda realidad.

A pesar de eso hoy, por desgracia, estamos viviendo una resurrección del Estatismo en el Mundo. Hoy, muchos burócratas empoderados —ya devenidos una clase social con intereses bien definidos de permanencia en el poder— se han dado cuenta de que los desarrollos tecnológicos, militares y represivos permiten que un porcentaje muy pequeño de la población pueda mantener perfectamente controlado a la enorme mayoría de esa población.

Los asaltos finales al poder de Socialistas/Fascistas como Pedro Sánchez en el España, López Obrador en México, Barack Hussein en los Estados Unidos, o Justin Trudeau en Canadá, no son más que la expresión de ese renacer del Estatismo que estamos viviendo hoy, y que muchos identificamos con la criminal Agenda 2030.

Otro aspecto muy interesante de la intervención de Faisel Iglesias fue su referencia constante al pensamiento de Ignacio Agramonte a la hora de defender, frente al Estado, los valores del Individuo en la civilización occidental.

Muchos cubanos reconocen a Ignacio Agramonte más como una figura de acción y combate que como la del pensador que fue. La realidad, sin embargo, es que pocas veces ha podido armonizar un ser humano esas dos supuestas antípodas como lo hizo ese ilustre hijo del Camagüey.  

Faisel Iglesias nos recuerda eso cuando hace referencia la tesis de doctorado de Agramonte y su defensa, durante el discurso que dio después de haber sido investido como Abogado, de los derechos del Individuo, escrito con mayúscula, como verdadera esencia de la verdadera civilización occidental.

Dijo Agramonte en ese discurso:

“… El individuo mismo es el guardián y soberano de sus intereses, de su salud física y moral; la sociedad no debe mezclarse en la conducta humana, mientras no dañe a los demás miembros de ella. Funestas son las consecuencias de la intervención de la sociedad en la vida individual; y más funestas aun cuando esa intervención es dirigida a uniformarla, destruyendo así la individualidad, que es uno de los elementos del bienestar presente y futuro de ella…

La centralización llevada hasta cierto grado es, por decirlo así, la anulación completa del individuo, es la senda del absolutismo; la descentralización absoluta conduce a la anarquía y al desorden. Necesario es que nos coloquemos entre estos dos extremos para hallar esa bien entendida descentralización que permite florecer la libertad a la par que el orden.

La centralización hace desaparecer ese individualismo, cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De allí al comunismo no hay más que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción, destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas…”.1

No es casual que el castrismo lleve 65 años enterrando el pensamiento de Ignacio Agramonte, como no es casual, tampoco, que el Camagüey siempre haya sido la provincia más anti comunista de Cuba.  

  1. Tomado de: Expósito Casasús, Juan José. Vida de Ignacio Agramonte (Historia nº 99) (Spanish Edition) (p. 55). Linkgua. Édition du Kindle. Los subrayados son míos.
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Repasando la República

En las últimas semanas he estado monologando, y a veces conversando, con un grupo de cubanos interesados en repasar la historia republicana de Cuba a partir de la caída del gobierno de Gerardo Machado, en 1933.

Lo poco que puedo contribuir a ese tema es la visión que tengo sobre la historia del antiguo Partido Comunista de Cuba (PCC-PSP) y, sobre todo, del trabajo de penetración de su aparato de Inteligencia en todas las instituciones —políticas, sindicales, educacionales, gansteriles, financieras, policiales, militares y culturales— de la República cubana antes de 1959.

El resultado de esos monólogos pespunteados con conversaciones fueron cuatro Espacios, o programas, de varias horas de duración que grabamos en la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) y que después terminaron siendo diseminados en varios sitios del Internet.

Como siempre sucede, hubo diferencias de opiniones y puntos de vista; pero, por suerte, primó ese deseo de complementarnos y enriquecernos que tanto escasea en la blogosfera cubana de hoy.

Estos son los enlaces de los cuatro Espacios en la plataforma Spotify:

Primer Espacio, 4 de marzo del 2024

Repasando la historia de Cuba, 1933-1934.

Segundo Espacio, 12 de marzo del 2024

Repasando la historia de Cuba (1934-1940). Autenticismo, 2da Parte.

Tercer Espacio, 25 de marzo del 2024

Repasando la historia de Cuba (1940-1952). Autenticismo, 3ra Parte.

Cuarto espacio, 31 de marzo del 2024

Repasando la historia de Cuba (1952-1958). Autenticismo y Batista, 4ta Parte y final.

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No dejen de comprarlo

Avisa el diario español La Razón que mañana debe salir a la venta una nueva edición de “El fin de la inocencia: Los intelectuales occidentales y la tentación de Stalin”. Un libro escrito, hace ya varias décadas, por el historiador y novelista americano Stephen Koch.

Se trata de una reedición que debemos agradecerle —creo que comprando el libro— a la editorial Galaxia Gutenberg.

La edición original, titulada “Double Lives: Stalin, Willi Münzenberg and the Seduction of the Intellectuals”, es de 1993 y fue publicada poco tiempo después de la esperanzadora caída del asesino campo socialista.

Es un libro que debió haber sido recibido con todo el respeto y consideración que merece; pero la academia occidental, ya dominada desde entonces por las ideas socialistas, y renuente a reconocer el carácter asesino de ese sistema, o la participación directa e indirecta de esa misma academia en los crímenes socialistas, sencillamente decidió ningunear el libro de Koch.

En relativamente poco tiempo —dada su importancia— “El fin de la inocencia” estuvo fuera de venta en inglés y dejó de ser considerado, claro está, como el libro de referencia que merecía ser. La primera edición en español corrió un destino similar.

Ya desde aquellos años la gran mayoría de las editoriales del mundo occidental estaban controladas por personas con ideas de izquierda y, en muchos casos, por verdaderos esbirros ideológicos del socialismo.

Eso ha traído como consecuencia que muchos libros con denuncias devastadoras y verídicas sobre la ideología más asesina de la historia, el socialismo, hayan caído en los cráteres del olvido.

Lo contrario es también cierto, y puede ser comprobado cuando observamos que los libros del sociópata apestoso del Che Guevara, o de la redundantemente racista y castrista Susan Eckstein, nunca caen fuera de imprenta.  

Cada vez que hablo sobre ese tema menciono “El fin de la inocencia” como uno de los ejemplos cimeros de esas injusticias, o censuras, editoriales.

Se trata de un libro que describe la vida de Willi Münzenberg y la forma en la que ese socialista alemán inventó eso que hoy conocemos como conglomerados de noticias falsas.

Si alguien quiere entender cómo los socialistas de hoy han terminado controlando los “principales medios de comunicación” (Mainstream media), “El fin de la Inocencia” es una lectura obligada.

Si alguien quiere entender los orígenes socialistas del Nazismo, y la forma en la que Hitler y Stalin se aliaron contra occidente, “El fin de la Inocencia” es una lectura obligada.

Por eso lo sacaron de imprenta; pero mañana, al fin, esa injusticia será parcialmente corregida gracias a la decisión de Galaxia Gutenberg.

Creo que como mismo nos quejamos de la censura y el control socialista de los medios debemos apoyar financieramente a esos que deciden publicar los libros malditos de la izquierda.

Yo, por ejemplo, y dada la dificultad que tuve para encontrar “El fin de la Inocencia” de una forma normal y expedita, no encontré otro remedio que hacerme de un pdf con el texto del libro.

Quiero decir con esto que ya he leído y releído ese libro; pero mañana, como un homenaje y una obligación moral, pienso comprarlo en los formatos en que aparezca.

Muchas gracias a los editores de Galaxia Gutenberg que decidieron publicarlo.

No dejen, por favor, de comprarlo.

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Gruchas macias

Ya está disponible en Amazon el más reciente de mis libros. Se trata de “Rumbas de sal”, una recopilación de textos publicados en el internet entre los años 2003 y 2023.

Son alrededor de noventa textos, ordenados cronológicamente, que cubren temas tan disímiles como Trump y los aplastamientos de la sexualidad en Cuba.

Hay hiatos cronológicos que se corresponden, casi siempre, con esos momentos en los que he dejado de publicar en el internet para dedicarme a escribir mis libros.

Hay humor, ficciones, homenajes, denuncias al castrismo, y las inevitables preocupaciones por la deriva socialista/fascista de este mundo en el que vivimos hoy.

No creo que sea un libro para leer de punta a cabo, lo veo más bien como una posible referencia para saber cuáles fueron las cosas que más llamaron la atención de un cubano durante veinte años.

A pesar del esfuerzo que hice para evitarlo, creo que es un libro que todavía arrastra algunos gazapos. Si me los señalan, les estaré muy agradecido y los corregiré enseguida.

Si lo compran, muchas gracias, y si no lo compran, gruchas macias.

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Hoy, más que siempre:

A todos los lectores de este blog les deseo una linda Navidad.

Espero que la pasen abrazados por ese amor que hace 2023 años, con aproximación de misterio, quedó resumido en un nombre.

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Edición definitiva de «El Sóviet caribeño»

Ya está a la venta en Amazon la versión definitiva de “El Sóviet Caribeño”.

Tiene muchas informaciones nuevas y alrededor de 60 páginas y 120 citas bibliográficas añadidas.

Pasen la noticia, por favor.

Ahora, a seguir trabajando en el segundo tomo.

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Se despeinó la talibana

Hace ocho meses fui invitado por Andrés Alburquerque a participar en su programa “Enfoque Ciudadano” para hablar sobre los dos juicios a Marcos Rodríguez, el vapuleado y supuesto delator de los mártires de Humboldt 7.

Las razones por las que Andrés me invitó fueron, fundamentalmente, que mi padre fue uno de los testigos durante el segundo juicio a Marcos Rodríguez y porque en mi libro, “El Sóviet Caribeño”, le dedico todo un capítulo (titulado “El quinto mártir”) a ese caso.

En ese capítulo analizo, a partir de mis propias investigaciones, y de las cosas que conversé con mi padre en la más estricta confidencialidad, los pormenores de ese caso y la enorme cantidad de ramificaciones que tiene.

Al final quedó un texto de unas 40 páginas y 45 citas bibliográficas del que el experimentado escritor y periodista argentino Juan Bautista Yofre dijo lo siguiente: Para aquellos que trabajan en la investigación periodística, su capítulo “El quinto mártir” es un espejo donde reflejarse.

Durante la preparación del programa con Andrés me animé, al fin, a ver un documental del año 2014 titulado “Los amagos de Saturno”. Un bodrio realizado por una documentalista cubana y castrista llamada Rosario Alfonso Parodi. Digo me animé porque sé —parafraseando a Marshall McLuhan— que en la Cuba de los Castro “la autorización es el mensaje”.

Los cubanos conocemos muy bien el exquisito control que el castrismo siempre ha ejercido no ya sobre las informaciones extranjeras o del exilio, sino sobre las informaciones emitidas por el propio régimen.

Cualquier persona que haya investigado en Cuba sabe, por ejemplo, que para leer los números antiguos del libelo Granma, vehículo de la propia propaganda castrista, hace falta una justificación válida y una autorización de las más altas instancias partidistas. Ni a su propia propaganda dan acceso libre esos sin… vergüenzas.

En la Cuba castrista, la frase “dentro de la revolución, todo, fuera de la revolución, nada” no es un slogan, es una orden que Fidel Castro dio para garantizar que su régimen nunca tuviera que volver a pasar por la experiencia de un cortometraje filmado con entera libertad, y titulado PM.

A partir de esa orden, los esbirros ideológicos del castrismo siempre se las han arreglado para controlar las creaciones de escritores, dramaturgos, cineastas y documentalistas.

En el caso del cine les ha sido muy fácil hacerlo a través del control de los presupuestos requeridos para la realización de cualquier obra cinematográfica. No contentos con eso, sin embargo, siempre han tenido verdaderos comisarios políticos insertados dentro de los equipos de filmación de cualquier obra cinematográfica. Esos comisarios son, a diez de últimas, los verdaderos directores de esos films, porque de ellos depende lo que se puede decir y, más importante aún, lo que no se puede decir.

Se puede asegurar que una vez que la realización de un documental ha sido autorizada es porque ya el régimen sabe, con una certeza del 100%, que su contenido nunca se va a salir de los cánones ideológicos establecidos o, porque si lo hace, es gracias a que ellos han decidido correr ese riesgo calculado. Llevan demasiados años controlando la industria del cine y nadie, absolutamente nadie, puede burlar esos controles.

Con esas informaciones de fondo, la verdad es que no esperé mucho de “Los amagos de Saturno”. A eso hay que sumarle el hecho de que el apellido Parodi, además de no ser muy común en Cuba, es también el apellido de un connotado esbirro castrista que, para más coincidencias, practicó el periodismo revolucionario en las páginas del periódico Combate-13 de marzo, órgano oficial de la misma organización de la que trata el documental. Por cierto, en la lengua española esbirro no es sinónimo de criminal. Menudos graduados está soltando la facultad de periodismo de la universidad de La Habana.

Volviendo al tema, no esperé mucho de ese documental y tengo que reconocer que no me defraudó en mis muy bajas expectativas. Se trata, para cualquiera que haya intentado investigar más allá, aunque sea un poco más allá, de la propaganda castrista, de otro ejercicio de esa propaganda que pretende reforzar la idea, adornada con entrevistas, fotos y efectos sonoros, de que Marcos Rodríguez fue el delator de los mártires de Humboldt 7… porque confesó… después de más de dos años preso… en las mazmorras castristas

Lo que sí encontré en el documental, y por lo que siempre le estaré sarcásticamente agradecido a su realizadora, fueron ciertas informaciones de primera mano cuyas implicaciones ella ni imaginó —los castristas no están autorizados a imaginar—; pero que a mí me permitieron confirmar, una vez más, que todo lo que ya había escrito en el capítulo correspondiente de “El Sóviet caribeño” era esencialmente válido.

Dos informaciones llamaron mucho mi atención. Una fue un documento que sale en pantalla durante un tiempo muy breve, pero en el que se puede leer, cuando hacemos pausa, que Marcos Rodríguez fue “enviado a la Universidad para un trabajo especial de la Juventud Socialista en 1955” (minuto 34 con 32 segundos del documental. El subrayado es mío).

El otro es el careo de Joaquín Ordoqui con Marcos Rodríguez en el que Ordoqui intenta averiguar, varias veces y con la oposición de los presentes, si el nombre de Edith García Buchaca fue dicho espontáneamente por Marcos o fue traído a colación por los esbirros interrogadores. Al final, Marcos reconoce que le preguntaron por García Buchaca después de haber confesado (minuto 50 con 45 segundos).

Las explicaciones de por qué esas informaciones son importantes, y llamaron mucho mi atención, pueden verlas en el programa de “Enfoque Ciudadano” que hice con Andrés Alburquerque. Un programa para el que se nos ocurrió que Andrés indagara a ver si la compañera Parodi nos autorizaba a poner esos fragmentos del documental para los que yo tenía una interpretación distinta a la que el castrismo había dado.

De más está decir que la compañera Parodi, en la mejor tradición castrista de controlar el acceso a su propia propaganda, no autorizó absolutamente nada y nos obligó a hacer el programa refiriendo a la audiencia, a cada rato, a esos minutos y segundos del documental en los que salían esas informaciones que la realizadora nunca imaginó, ni remotamente, la importancia que tenían.     

Así hicimos el programa y eso fue, repito, hace ocho meses. La audiencia quedó muy complacida y en unas horas esa emisión logró tener muchísimas más visualizaciones que la que “Los amagos de Saturno” había tenido en muchos años. De alguna forma, la inteligencia colectiva de los cubanos pudo, una vez más, discernir la propaganda de los análisis serios y decidió, claro está, rechazar a la primera para quedarse con los segundos.

Hasta ahí habría llegado esta historia; pero hace unos pocos de días, y para asombro nuestro, la compañera Parodi ha saltado al ring y se ha lanzado en una diatriba quejica, distorsionada, y de victimización, que fue publicada en unos de esos sitios web del castrismo que casi nadie lee, y en la que ella pretende, ocho meses después y de una forma un tanto sospechosa, que a ella le han hecho algo muy malo y que ella tiene, por tanto, todo el derecho a despeinar su talibana cabellera.

No acostumbro a conversar sobre dios con fanáticos religiosos, ni sobre historia con los fanáticos castristas. No lo hago porque eso es sencillamente imposible. Cuando una persona convierte sus opiniones en creencias, y después torna esas creencias en una parte esencial de su ego, cualquier discusión es literalmente imposible. El más mínimo argumento lógico que podamos usar deviene, de inmediato, un insulto insoportable para ese fanático. Tan insoportable que muchos de ellos responden, como los talibanes, con distorsiones, victimizaciones y violencias.

Estas palabras no van dirigidas, entonces, a la talibana Parodi. Van dirigidas a esas personas que evidentemente están siendo manipuladas por ella y han terminado teniendo, quizás por falta de un acceso libre a la información, una idea distorsionada sobre este asunto.

Me refiero, por ejemplo, a los miembros de una llamada “Asamblea de Cineastas Cubanos” que enseguida han corrido a solidarizarse con la Parodi y han llegado a asegurar, en su dolido comunicado de rechazo, que los malos malosos; o sea, Andrés y yo, mancillaron “Los amagos de Saturno” porque “no solo interpretaron, sino que también exhibieron sin la autorización de su autora, múltiples fragmentos del mismo, desmenuzando arbitrariamente el material…”

Para empezar, las interpretaciones son una parte esencial de cualquier indagación intelectual hecha en libertad. Además, esa información de que exhibimos fragmentos sin tener autorización no solo es mentira, sino que indica claramente que esos indignados cineastas no han visto, ni de lejos, el programa de “Enfoque Ciudadano” que pretenden criticar. Si lo hubieran hecho habrían descubierto que en ningún momento de ese programa aparece una sola imagen del documental de marras.  

Creo que estamos en presencia, una vez más, de esos comunicados que la gente firma en Cuba sin tener la posibilidad de informarse adecuadamente sobre las razones por las que están firmando. Mi consejo a esa asamblea es que vean el programa de Alburquerque, aunque esté prohibido por el castrismo hacerlo, para que comprueben que jamás se utilizó imagen alguna de “Los amagos de Saturno”.

La otra cosa que podrían comprobar, si se animan, es que no hubo desmenuzamiento arbitrario alguno del documental. Si van, por ejemplo, al minuto 27 con 53 segundos del programa podrán comprobar que dije que iba a hacer un “análisis cronológico del documental”, o sea, que iba a seguir, como hice, su propia cronología cinematográfica. No hubo “desmenuzamiento” alguno, solo hubo un seguimiento cronológico con paradas en puntos altamente reveladores para mí que (por su desconocimiento del tema) la realizadora pasó por alto. Eso fue todo.

La otra fuente de manipulación a la que han sido sometidos esos miembros de la “Asamblea de Cineastas cubanos”, es que a todo lo largo de su larguísima diatriba de 36 páginas —¿Cuándo los castristas dejarán de imitar los verborreicos discursos de Fidel Castro?— la compañera Parodi esconde que yo soy el autor de “El Sóviet caribeño”, un libro de 450 páginas y 528 citas bibliográficas (casi todas a partir de publicaciones del propio castrismo) en el que describo, fecha a fecha y nombre a nombre, el trabajo del aparato de Inteligencia del viejo partido comunista de Cuba (PCC-PSP). Un trabajo sin cuyo conocimiento resulta literalmente imposible hacer un análisis riguroso, desde el punto de vista intelectual, de los juicios a Marcos Rodríguez.

Esconder esa información en su diatriba le permitió a la compañera Parodi dos cosas: una, llamarme analista entre comillas para así restarle importancia a mis opiniones; y la otra, pretender que esas opiniones son personales, que me salen de donde me salen y no tienen, por tanto, ninguna prueba o respaldo bibliográfico. Cualquiera que haya leído “El Sóviet caribeño” sabe, sin embargo, que todo lo que dije en ese programa de “Enfoque Ciudadano” está debidamente respaldado por fuentes que son, en su inmensa mayoría, fuentes del propio castrismo.

Mi recomendación a los miembros de la “Asamblea de Cineastas Cubanos” es que hagan un experimento cuyo resultado podría ser muy divertido. Digan, por ejemplo, que para poder dar una respuesta contundente y bien informada a ese gusano mandinga de César Reynel Aguilera, ustedes necesitan ver el referido programa de “Enfoque ciudadano” y necesitan, sobre todo, leer ese maldito libro titulado “El Sóviet caribeño”.

Digan que solo después de haber hecho eso podrán ustedes estar lo suficientemente informados para poner en su lugar, de una vez y por todas, a esos lame botas del imperio que son Andrés Alburquerque y el tal César Reynel Aguilera. Digan eso, luzcan bien aguerridos cuando lo dicen, y siéntense a observar la respuesta y los malabares pseudo-intelectuales que se van a montar los castristas para no dejar, una vez más, que ustedes accedan a la información.

Otra de las tantas manipulaciones que se montó la talibana Parodi en su diatriba fue de tipo emocional y tiene que ver con su denuncia de que yo —oh, mundo cruel— digo que tomo con pinzas la idea de que los mártires de Humboldt 7 fueron asesinados, y lo hago porque, a fin de cuentas, eran hombres de acción (o terroristas en las tipificaciones de hoy) y, bueno, el que a hierro mata, a hierro muere.

Mientras se despeina su talibana cabellera por culpa de mis pinzas la Parodi olvida, con disciplina ideológica, que al inicio de “Los amagos de Saturno” hay un cartel que dice que los asaltantes al Palacio Presidencial buscaban “ajusticiar” a Batista y fueron —ay, mamá, por dios—  asesinados durante el asalto. Así, de un plumazo castrista, esta esbirra ideológica les quita a los asaltantes la gloria de haber muerto en combate por la libertad de Cuba.

Para esta talibana, de más está decirlo, los atentados contra el asesino de Fidel Castro nunca fueron intentos de “ajusticiamiento”; ni los niños, mujeres, y hombres del Remolcador 13 de marzo fueron asesinados en el mar por orden del tirano que ella venera. Hay que reconocer que la osadía de su incoherencia intelectual rebasa todos los límites racionales y se acerca, peligrosamente, a la irracionalidad de los animales. Eso explica el tono de su despeine, un discurso que tiene más de ladridos que de cualquier otra cosa.

Aquí debo terminar, porque la pura verdad es que no pude leer más allá de unas pocas páginas del discurso castrista y verborreico, valga la redundancia, de la talibana Parodi.

Hay que trabajar, que para vagos sobra con los socialistas.

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