Viaje a la semilla del mal

Félix Montiel Giménez fue un comunista español que luchó en el bando republicano durante la guerra civil. Después del triunfo de Franco y los nacionalistas huyó hacia Francia y terminó en Inglaterra. Vivió en Londres, hasta 1940, y en algún momento fue elegido como miembro del Comité Central del Partido Comunista Español (PCE).

Entre 1940 y 1946 Félix Montiel fue enviado a Cuba y trabajó bajo las órdenes de los comunistas cubanos. Después de esa estancia regresó a París y devino responsable de la Comisión de Cultura del PCE.

A consecuencia de ese cargo fue invitado a Praga, en 1948, y pudo ser testigo presencial del violento y criminal asalto al poder que los comunistas checos ejecutaron siguiendo las órdenes de Stalin y la Inteligencia soviética.

Salió asqueado de Praga, se desencantó del comunismo y renunció a su militancia antes de regresar a Cuba en 1952. Llegó a La Habana marcado con el estigma ideológico de la traición y a duras penas logró, con la ayuda de Raúl Roa García, una plaza de profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Oriente.

De más está decir que los comunistas cubanos lo recibieron con la esperada campaña de descrédito. Fue acusado de “titoísta” —o seguidor del yugoslavo Josip Broz Tito en su oposición a Stalin—, de ser espía de Franco, y de cuanta cosa se pueda decir para desacreditar a un ser humano.

Algo que llamó mucho la atención a Félix Montiel, cuando empezó a trabajar en la Universidad de Oriente, en enero de 1952, fue la relativamente alta presencia de comunistas españoles en el claustro universitario y, sobre todo, la forma en la que esos comunistas habían logrado, junto con sus homólogos cubanos, acceder a las posiciones claves dentro de esa universidad.

El 2 de julio de 1954, ya cansado de tanta persecución por parte de sus antiguos compañeros, y sabedor de la enorme responsabilidad que tenía la Universidad de Oriente en la ola de violencia que ya se cernía sobre Cuba, Félix Montiel decidió compartir sus saberes con el Consulado Americano en Santiago.

El reporte de esa conversación ya está accesible en la actualidad y nos permite comprobar que Félix Montiel dijo la verdad cuando denunció los nombres de los comunistas cubanos y españoles que habían logrado penetrar la Universidad de Oriente.

La razón de esa penetración, sin embargo, no aparece en el informe de julio de 1954 del consulado americano; pero fue explicada por Félix Montiel en un artículo que publicó en la revista Bohemia el 17 de julio de 1955 (pág. 48).

En ese texto Montiel dice lo siguiente:

Siendo yo responsable en París de la “Comisión de Cultura del Partido Comunista de España”, tuve ocasión de conocer un plan completo del trabajo de penetración del comunismo en los medios culturales y en los centros de enseñanza de todos los países de habla hispana. Entre otras cosas, alguien se había traído de Rusia un esquema de lo que debía ser en algún lugar de América Latina —o probablemente en dos: una en el continente sur, y otra, en el Centro y las Antillas— cierto tipo de Universidad “democrática y progresista”, destinada a ser el foco de divulgación de las consignas “culturales” del Kremlin en toda una amplia zona americana… El empeño era atrevido, pero yo conocía y conozco perfectamente la técnica, los métodos, y los medios con que el comunismo se proponía realizarlo. Lo que yo no sabía en enero de 1952 era que la Internacional Comunista había escogido como campo de experimentación de aquel proyecto, la Universidad de Oriente.

Es evidente que por “Internacional Comunista”, Montiel no se refiere a la Tercera Internacional, o Comintern —que había desaparecido en 1943— sino al Cominform, la organización que Stalin creó en 1947 para coordinar el trabajo internacional de los partidos comunistas europeos, de inicio, y del resto del mundo después. El Cominform quedó marcado para desaparecer a raíz de la muerte de Stalin (en marzo de 1953), pero su trabajo, lejos de detenerse, aumentó y siguió siendo coordinado por el Departamento de Relaciones Internacionales del PCUS.

También es evidente que esa estrategia de “penetración del comunismo en los medios culturales y los centros de enseñanza” fue aplicada en el continente norteamericano y es la causa primigenia del carácter marcadamente socialista que muestran hoy la inmensa mayoría de los colegios y universidades de los Estados Unidos y Canadá. Eso es algo que ignoran la inmensa mayoría de los analistas políticos de hoy: la semilla de los males que nos aquejan fue plantada y regada hace ya mucho tiempo.

Si regresamos al informe del 2 de julio de 1954, podemos comprobar que la inmensa mayoría de las personas que Montiel identificó como comunistas ya hoy está más que comprobado que lo fueron. Al mismo tiempo, el informe indica que algunas de esas personas ya habían sido identificadas como militantes, y de forma independiente, por el propio consulado americano en Santiago de Cuba.

Tres de los nombres mencionados en ese informe llamaron poderosamente mi atención. Los dos primeros fueron los hermanos Rafael Grillo Longoria, profesor de Derecho Social, y José Antonio Grillo Longoria, profesor de Derecho Romano. Del segundo, el informe del Consulado Americano dice lo siguiente: … cubano, es comunista, pero dice ser miembro del Partido Ortodoxo. Es también miembro de la junta administrativa de la escuela de verano de la Universidad.

Esa nota me llamó mucho la atención por dos razones: una, porque confirma la ya bien conocida penetración de los comunistas cubanos en el Partido Ortodoxo; y la otra, porque todo parece indicar que en 1964 el Dr. José Antonio Grillo Longoria fue el abogado de la defensa de Marcos Rodríguez, el estudiante de la Universidad de La Habana que fue acusado, injustamente, de haber delatado a los mártires de Humboldt 7.

Ese juicio, como ya expliqué en mi libro “El Sóviet Caribeño”, fue controlado por el aparato de Inteligencia del viejo partido comunista cubano, y fue utilizado para proteger y afianzar el poder de ese aparato de Inteligencia dentro del castrismo. El fiscal que condenó a Marcos Rodríguez fue el viejo comunista cubano Santiago Cuba Fernández, y todo parece indicar que el abogado que lo “defendió” fue el también viejo y cripto comunista cubano José Antonio Grillo Longoria. El pobre Marcos Rodríguez siempre estuvo rodeado.

Sin embargo, el nombre que más me llamó la atención en el informe de Montiel, y por el que decidí escribir este texto, fue el de Julio López Rendueles. Un comunista español que el consulado americano describe con las siguientes palabras:

Profesor de Química-Física y de Química de los Coloides, español, y comunista activo. Montiel dice que la Sra. López es miembro de la policía de la URSS, es una antigua funcionaria del Partido Comunista Español y una persona muy peligrosa mientras que su esposo es un cobarde.

¿Quién es esa señora que Montiel identifica como una peligrosa agente de la KGB en Santiago de Cuba?

Entre los viejos comunistas cubanos es bien sabido que la esposa de Julio López Rendueles siempre fue la comunista española Carmen Miera.

Sí, la madre de Álvaro López Miera, el actual ministro de las fuerzas armadas del castrismo que acaba de viajar a Rusia para darle continuidad a la antigua y traidora entrega de nuestro país al destartalado imperio ruso-soviético.

La confirmación de la vieja militancia comunista de los López-Miera, nos llega de la mano de Víctor Pina Tabío; o sea, del hijo de Víctor Pina Cardoso, uno de los jefes del aparato de Inteligencia de viejo partido comunista de Cuba (PCC-PSP) que además fue uno de los cuatro jefes fundadores de la Seguridad del Estado castrista.

Dice Pina Tabío en su texto “El exilio republicano español en Cuba: su interrelación con las luchas del pueblo cubano, algunas consideraciones”:

Julio López Rendueles (Gijón, Asturias, 27 de febrero de 1895-La Habana, 7 de abril de 1986), doctor en Ciencias Físicas y Químicas, desempeñó cargos de responsabilidad durante la II República Española. Fue uno de los defensores de El Escorial. Acompañó a los primeros jóvenes españoles a estudiar aviación a la Unión Soviética como responsable político y profesor de aerodinámica. De regreso en España, asumió la Dirección del Instituto Obrero de Barcelona hasta que tuvo que emigrar.

Carmen Miera (Madrid, 16 de julio de 1915-La Habana, lº de junio de 1999), quien sería la esposa de López Rendueles, estudió medicina y se hizo ayudante y practicante de cirugía menor. Prestaba servicios en un hospital militar donde integró un equipo médico y marchó al frente de Aragón, donde permaneció toda la campaña como suboficial de los Servicios Médicos del Ejército Republicano en la actual provincia de Tarragona. En enero de 1939 emprendió el camino del exilio hacia Francia.

Está claro, entonces, que los vínculos de los López-Miera no solo eran con el comunismo español o internacional, sino con la propia Unión Soviética y, con toda probabilidad, con su despiadado y asesino aparato de Inteligencia. Eso es algo que suma más información a la presencia de la Inteligencia soviética en la mal llamada revolución cubana. Así lo confirma Pina Tabío cuando dice:

Años después se sumaron todos los miembros de la familia, de una forma u otra, a la lucha contra la tiranía batistiana. En su casa escondieron armas, heridos. López Rendueles subió a la Sierra Maestra y asesoró al Ejército Rebelde en la fabricación de armamento…. Ambos hijos participaron en las filas del Ejército Rebelde. Julio, el mayor, fue capitán en el II Frente Oriental Frank País y uno de los responsables del Departamento de Educación. Después del triunfo revolucionario pasó al Ministerio del Interior y al Ministerio de Relaciones Exteriores, hasta su jubilación. Álvaro con sólo 14 años se alzó en el II Frente Oriental Frank País y fue maestro en ese frente. Después del triunfo de la Revolución se incorporó a las FAR donde tuvo una destacada carrera militar, especializado en artillería reactiva…

Álvaro López Miera, el actual ministro de las fuerzas armadas del castrismo, se graduó como especialista en artillería reactiva —la más selectiva de las especialidades militares de la antigua URSS— en la academia militar Voroshílov. Es un cuadro que habla ruso a la perfección, es un comunista de cuna roja, y un hombre de Moscú de segunda generación porque bebió, del seno materno, la entrega de su país a intereses foráneos. Esa es la explicación de la buena suerte que le ha acompañado frente a Alejandro Castro Espín, otro asesino que lleva tiempo sacando del juego a todos los que puedan hacerle sombra cuando su padre ya no esté.

Álvaro López Miera es el supuesto hombre del castrismo que acaba de visitar Moscú en medio de la debacle ucraniana de un Vladimir Putin que también es, como ya sabemos, otro antiguo agente del asesino aparato de Inteligencia soviético.

Todo encaja perfectamente, e ignorarlo es reducir la geopolítica actual a las tontas y predecibles opiniones de los “cubanólogos” del régimen Biden. Esos que fueron formados en las mismas universidades penetradas que denunció Félix Montiel, y que viven de negar que aquellos ascos trajeron estas nauseas, o que el de López Miera fue un viaje a la semilla del mismo mal que asola a Cuba desde hace más de sesenta años.