La carrera armamentista en los nidos de Cucos

Todo empezó cuando empezaron a cerrar los manicomios públicos.

Eran demasiado caros, y la burocracia parasitaria necesitaba esa plata para aumentar sus salarios, pagar las escuelas privadas de sus hijos, extender sus vacaciones, tener exquisitos seguros médicos, hacer inversiones y, sobre todo, comprar votos repartiendo plata entre sus clientelas políticas.

Antes de cerrar los manicomios, y como casi siempre hacen, hablaron mal de ellos, los pintaron con los peores colores, crearon corrientes de opinión y disertaron sobre el extraordinario poder de la nueva farmacología psiquiátrica. Después, una vez alcanzado un nivel umbral de aceptación, empezaron a cerrarlos hasta convertir al mundo en algo peor que un gigantesco loquerío.

Digo peor porque en las instituciones psiquiátricas tanto los ingresados como los trabajadores saben que, por el simple hecho de estar en una de esas instituciones, los pacientes merecen cierto nivel de cuidados especiales, y mucha empatía.

Cuando esos pacientes pasan a ser “atendidos” por la sociedad lo hacen sin que muchos de ellos estén dispuestos a reconocer que tienen problemas mentales y, más triste aún, sin que la sociedad que tiene que “atenderlos” esté capacitada para hacerlo o pueda saber de antemano que esas personas tienen problemas mentales.

El resultado ha sido un dantesco sufrimiento colectivo que ha afectado a muchos excepto, claro está, a esa burocracia parasitaria que, gracias a sus buenos salarios, inversiones, excelentes seguros médicos, y largas vacaciones, siempre logra evitar las consecuencias negativas de haber convertido al mundo en un gigantesco hospital psiquiátrico.

Fue así como empezamos a vivir en este nido de Cucos en el que vivimos hoy, una clínica casi infinita en la que los pacientes nunca están dispuestos a reconocer que lo son, en la que los posibles cuidadores no tienen acceso a los diagnósticos, y en la que, para colmo de males, muy pocas personas están realmente capacitadas para darles los cuidados especiales, y la mucha empatía, que esas personas necesitan.

Es por eso que raro es el día en el que no leemos una noticia describiendo las consecuencias nefastas de haber convertido a nuestras sociedades en nidos de Cucos. Desde personas con signos evidentes de trastornos mentales asesinando niños, hasta pobres infelices que, lejos de ser internados en centros de cuidados especiales, terminaron muertos cuando intentaron agredir a otros.

Si a todo eso le sumamos el aumento en el consumo de drogas, la presencia de un veneno llamado Fentanilo, y la apatía de una policía maniatada, nos estaremos acercando a una imagen que no por sobrecogedora deja de ser incompleta, porque fue solo el comienzo de ese infierno en el que vivimos hoy.

La verdadera hecatombe social que estamos sufriendo hoy ocurrió cuando los ideólogos neo marxistas descubrieron que esas personas con trastornos mentales, que ya pululan en nuestras sociedades, pueden ser reclutadas y adoctrinadas con facilidad para que defiendan, muchas veces con una violencia irracional, la ideología de odio que esos neo marxistas propugnan y buscan convertir en políticas.

Ese es el signo esencial de estos tiempos que corren: la conversión en verdaderas armas, para agresiones verbales y físicas, de personas con signos evidentes de serios trastornos mentales. La palabra en inglés es “weaponizing”, o la conversión de esas víctimas en bombas de tiempo que siempre estallan, vaya casualidad, cuando mejor hace falta para hacer avanzar las agendas neomarxistas.

Ese es el origen de violencias tan irracionales, o locas, como negros matando negros en nombre de “Black Lives Matter”; transexuales matando niños en nombre de la tolerancia; anti fascistas ejecutando acciones claramente fascistas en nombre del antifascismo; activistas matando con armas para protestar contra las armas; políticos robando elecciones en nombre de la democracia; periodistas mintiendo en nombre de la verdad; o miembro de la comunidad LGBT defendiendo a organizaciones tan homófobas como Hamás.

Todas esas acciones tienen cuatro cosas en común:

  1. Son tan incoherentes desde el punto de vista racional, o tan locas, que solo pueden ser justificadas por personas con serios trastornos mentales.
  2.  Son portadoras de un odio tan irracional, o tan loco, que solo puede ser justificado y ejecutado por personas con serios trastornos mentales.
  3.  Siempre favorecen el avance de la agenda ideológica de los neomarxistas. O sea, son acciones que han ido llevando a nuestras sociedades a ese caos, o “situación revolucionaria”, que los neomarxistas siempre añoran.
  4. Son ejecutadas por personas que son imposibles de convencer de sus errores.

Por desgracia para nosotros los cubanos esa carrera armamentista en los nidos de Cucos también afecta a nuestra comunidad. Un grupo humano que, por provenir fundamentalmente de una sociedad marxista, totalitaria, y enloquecedora, sufre de una sobre-representación de personas con serios problemas mentales. Conciudadanos que, al llegar al exilio, pasan a disfrutar de un mundo en el que pueden pretender que son personas perfectamente normales.

Sería para alegrarse de no ser por el triste hecho de que muchas de esas personas enseguida caen presa de los infiltrados castristas en el exilio y empiezan a ser utilizadas para acusar, insultar, sembrar desunión y en ocasiones, incluso, para ejecutar agresiones físicas.

Basta un diagnóstico olvidado en Cuba, unos medicamentos olvidados en Miami, y un poco de “cranque” psicológico por parte de los agentes castristas, para que esas pobres víctimas terminen defendiendo cosas indefendibles, y para que terminen haciéndolo de una forma verdaderamente irracional, o loca.

Ese es el origen de ejemplos tan absurdos o desequilibrados como supuestos anti castristas atacando con rabia, odio, y espumas en sus bocas, a Alexander Otaola, que es uno de los exiliados cubanos que más daño le ha hecho al castrismo.

Ese es el origen de una cofradía que dice querer la democracia para Cuba mediante la restauración de la constitución de 1940, pero que se comporta de una forma verdaderamente anti democrática —con insultos, golpes de pechos, y acosos— contra cualquiera que ose decirles que esa constitución necesita una serie de modificaciones, o enmiendas, para adaptarla a estos tiempos.

Ese es el origen del odio irracional de supuestos anti castristas contra alguien como Rosa María Payá que, si algo ha hecho desde que llegó al exilio, es precisamente luchar sin descanso contra los asesinos castristas de su padre y Harold Cepero.

Ese es el origen de los desquiciados y asquerosos insultos en las redes sociales de supuestos hombres contra mujeres, o personas mayores, que no hicieron otra cosa que intentar llamarles la atención, con respeto, sobre el carácter esencialmente loco y tonto de alguna de sus acciones.

Como ya dije antes, todas esas personas reclutadas por neomarxistas y castristas (valga la redundancia) son imposibles de convencer. Lo son hasta el punto de que, cuando intentamos hacerlo, nos dejan con la sensación de que no estamos luchando por una posición política, por una verdad, unos derechos, o unas ideas.

Nos dejan con la sensación de estar luchando por algo tan evidente como la realidad.

Acerca de reynelaguilera

La Habana, 1963. Médico. Bioquímico. Escritor. Desde 1995 vive en Montreal.
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6 respuestas a La carrera armamentista en los nidos de Cucos

  1. aga6cfe0e710dd8 dijo:

    Una vez más, como ya es costumbre, César pone el dedo en la llaga, o mejor dicho, en este caso en la neurona. La intrínseca perversidad del comunismo pasó de encerrar a los opositores en manicomios y someterlos a terapias destructivas, a emplearlos ahora como carne de cañón barata. Verdaderos maestros macabros en esa práctica de aprovechamiento de todo, para poblar esa nueva Nave de los Locos, ahora echan mano de lo más débiles mentales para hacerlos Candidatos de Manchuria casi espontáneos. Personajes tan siniestros como los neomarxistas Foucault o el asesino psicópata Louis Althusser, y el mismo resentido y psicótico Gramsci, ofrecen «argumentos» teóricos para esa monstruosidad que nutre las filas de aquellos que Imre Nagy llamó los «inocentes aprovechables», convirtiéndolos en «bombas andantes», útiles para cualquier propósito desestabilizador.

  2. Rafael Perez dijo:

    Atinado artículo que revela una realidad que nos lastra como nación. Son muchos los obstáculos para alcanzar la libertad y éste es uno, y no de los pequeños. Sin tolerancia y apertura no lograremos nada.

    • Lo que llama poderosamente la atención es que tanto los socialistas/fascistas americanos (aka Democratic Party) como los castristas se han visto obligados a caer en la misma bajeza de reclutar locos. En el caso cubano, la inmensa mayoría de esos infelices van por la vida creyendo que son lo máximo del anti castrismo en la redes sociales. Los pobres no alcanzan a imaginar que están siendo manipulados por uno o dos de esos castristas septuagenarios que llevan décadas sembrando desunión en el exilio y a los que nadie en su sano juicio respeta. Es triste.

  3. carlosgmznew dijo:

    Tremendo. Muy buen artículo. Me da mucha pena el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos. En España vamos caminito al esclavismo. Aquí el ciclo de Tytler va muy avanzado ya. Saludos.

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