Cubanos, entre ideas e instituciones

En el año 2012, a raíz de la visita de Benedicto XVI a Cuba, escribí un texto titulado “Ángeles heridos”.

En ese texto exploré las razones de esa actitud tan permisiva que la alta jerarquía –digamos, la élite— de la Iglesia Católica siempre ha tenido para con el despotismo castrista.

El primer argumento que utilicé fue que el Vaticano y el castrismo comparten las mismas conductas, y los mismos intereses, que siempre comparten las instituciones cerradas.

El segundo fue que quizás, y dios no lo quisiera, el castrismo podría tener un copioso expediente de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica en Cuba. Un expediente que podría usar, claro está, para chantajear al Vaticano.

El tercer argumento me lo guardé, porque si lo hubiera dicho en aquel momento habría tenido que extenderme en una explicación que, para poder ser tolerada, habría necesitado de un libro de varios cientos de páginas y citas bibliográficas.

Hoy, ya con “El Sóviet Caribeño” publicado, puedo usar como tercer argumento ese de que, al igual que con todas las demás instituciones cubanas de la época, la Iglesia fue penetrada, antes del triunfo de la revuelta castrista, por ese mismo aparato de inteligencia del viejo partido comunista de Cuba que después se convirtió, a partir de 1959, en el aparato de inteligencia del castrismo.

Confieso que en el año 2012, cuando escribí “Ángeles heridos”, me sentí sucio por el tema tratado y preocupado por la aceptación o el rechazo que ese tema tan delicado pudiera provocar entre mis amigos católicos.

Por una razón que nunca he podido entender, tengo muy buenos amigos que son profundamente católicos. Algunos de ellos me criticaron por lo que dije en “Ángeles heridos”; pero la gran mayoría, para mi asombro, estuvo de acuerdo con ese texto y fue capaz de deslindar la hermosa idea del cristianismo, y del catolicismo, de las corruptelas y desmanes de la élite católica.

Una de mis amigas tuvo incluso la osadía de llevarle mi texto al padre de su iglesia para pedirle, encarecidamente, que lo leyera y la guiara, con sus consejos, sobre ese tema tan doloroso. La respuesta que recibió de su párroco, y que después me transmitió textualmente fue: “ese texto dice la verdad sobre esas cosas de Roma que nosotros, los que guiamos las almas, sabemos desde hace ya mucho tiempo y no podemos explicar. Así es Roma. Esas son las cosas de Roma, pero no de nosotros”.

Mucho ha llovido desde entonces y hoy, lejos de ser testigos de una disminución de la tolerancia del Vaticano para con los desmanes del despotismo castrismo, lo que estamos viviendo es un Papa en Roma que ignora olímpicamente el dolor y las demandas de libertad del pueblo y del exilio cubano.

Un Papa que se prestó de intermediario para unas negociaciones, entre el despotismo castrista y la élite de Partido Demócrata de los EE. UU. que también ignoraron, olímpicamente, el dolor y las demandas de libertad del pueblo y del exilio cubano.

¿Qué habría pasado si a un Papa se le hubiera ocurrido servir de intermediario en unas conversaciones entre el Apartheid sudafricano y los EE. UU. que hubieran decidido ignorar, olímpicamente, a la población negra de Sudáfrica?

¿Qué habrían hecho, o dicho, los católicos negros sudafricanos ante semejante acto de racismo e injusticia?

¿Lo habrían aceptado?

¿Habrían callado?

¿Habrían dicho que el Papa es el Papa y sin Papa no hay Papa?

¿Qué enseña el ejemplo de Jesús ante semejante disyuntiva?

¿Poner la otra mejilla o denunciar y flagelar a los mercaderes del templo?

Muchos cubanos están hoy atrapados en esa contradicción entre la idea y la institución. Al final cada cual es libre de resolverla como mejor le parezca o crea conveniente; pero, si deciden resolverla a favor de la institución –del Vaticano, de Roma, o del Papa—, tengo algunas preguntas para ellos.

¿Cómo van a hacer para luchar contra la idea de que el Secretario General es el Secretario General y sin Secretario General no hay Secretario General?

¿Con que fuerza moral van a poder pedirles a los comunistas cubanos que abandonen la institución, o el Partido, para así abrazar la idea de justicia social, igualdad y crecimiento económico que un día fue la base de esa institución?

¿Cómo van a poder hablar de bienestar económico para Cuba si ese Papa, que es el centro de la institución que ellos defienden, dice y repite a cada rato que la pobreza y sus pobres son una bendición para la Iglesia?

¿Cómo justificarán denunciar los crímenes del despotismo castrista cuando callan y, sobre todo, cuando no exigen justicia para esos ángeles abusados por monstruos que fueron protegidos por la institución que ellos defienden?

¿Cómo pueden criticar la riqueza de la élite castrista cuando aceptan, o no critican, la riqueza y suntuosidad del Vaticano?

¿Cómo quedarán ante el mundo, y ante sus conciencias, si algún día se descubre que la institución que ellos defienden colaboró con esa institución que ellos hoy buscan derrocar?

Creo que para todos los que buscan la libertad de Cuba se impone responder a esas preguntas, y a muchas otras más, con la mayor honestidad posible y con esa bendición de que entre ellos y su Dios solo estarán sus almas.

Acerca de reynelaguilera

La Habana, 1963. Médico. Bioquímico. Escritor. Desde 1995 vive en Montreal.
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7 respuestas a Cubanos, entre ideas e instituciones

  1. Redacción dijo:

    Totalmente de acuerdo. Yo soy Católico pero no necesito intermediario alguno (la Iglesia y su maquinaria multinacional y multimillonaria) para comunicarme con Jesús. El vive en todos nosotros. No necesitamos opulentos mensajeros, que mas que pastorear el rebaño del Señor, ocupan su tiempo con intrigas políticas y abierto apoyo a regímenes y dictadores.

    • Muchas gracias, es un tema escabroso, sobre todo para mí que no soy creyente.

    • los católicos necesitamos sacerdotes ordenados que administren los sacramentos, principalmente la Eucaristía que es el que se recibe con mayor frecuencia, pero también el resto, confesion/reconciliacion, bautismo, etc. No todos los curas viven en la opulencia, me atreveria a decir que son una minoría, hay muchos que viven humildemente, los más cercanos al pueblo en su gran mayoria lo hace. Yo al menos voy a una parroquia bien discreta, los curas ancianos de 80, el unico joven un haitiano que maneja un honda civic del 2007.

  2. Adri Bosch dijo:

    Bergoglio engaño a gran parte de los argentinos ,porque crees que no visita nuestro pais ?ha perdido cantidad de fieles entre todos a mi .Cuando visitó Cuba y vi lo que hizo terminó por desmoronarse su imagen,pero quiero decir que mientras fue Cardenal de la Ciudad de Bs As siempre fue opositor al kirchnerismo,a tal punto que lo aislaron no concurriendo los Kirchner desde el 2004 a misa en la Catedral fue cuando Bergoglio habló de la corrupción del gobierno!

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